domingo, 16 de octubre de 2016

El Blog de Karina un magacín pensado en las mujeres

El Blog de Karina es un programa magacín de corte familiar que se emite por la señal de Willax TV, con la conducción de Karina Rivera y Carla Crovetti.



El Blog de Karina (EBDK) es un programa que está enfocado en brindar ayuda al ama de casa a través de tips, consejos de moda y belleza, así como despejar algunas dudas en torno a temas médicos a través de las secuencias de consultorio que aborda.

Además, brinda las herramientas e información necesaria a las dueñas del hogar para que estas puedan crear su negocio propio y así convertirse en mujeres emprendedoras.

Este espacio inició hace poco menos de tres meses, al dejar atrás el nombre de Un día en el Mall (UDEEM), que durante el año pasado fue conducido por Joyce Guerovich y Julián Zucchi y que inició con un nuevo rostro en febrero pasado.

Debido a la cercanía de Karina con su público, se decidió hacer el programa más personal e íntimo por lo que optó el nombre de EBDK. El set de televisión se convirtió en su casa, donde diariamente recibe la visita de uno o dos invitados especiales.

Por su parte, Carla Crovetti se encuentra en los pasillos del C.C. Plaza Norte para darnos las últimas tendencias en maquillaje, peinado, ropa y sorprender al público con bandas y orquestas. El programa es en vivo de 2 a 4 de la tarde.



viernes, 14 de octubre de 2016

Pérdidas cercanas


La pérdida de un ser querido siempre te agarra frío, no importa cuan preparado estés ni cuánto te mentalices el momento en el que llegará y todas las posibles reacciones que podrías tener.  

Hay días como hoy en los que recuerdo a Alenka y Darko, dos de mis perros que fallecieron uno detrás del otro y que dejaron recuerdos imborrables.

El día en el que falleció Darko, recuerdo que estaba en el baño del restaurante en el que trabajaba en California. La voz entrecortada y llorosa por un mensaje de whats app me daban una de las peores noticias que he recibido en mi vida.

Darko en cinco días pasó de ser un perro aparentemente sano a uno que sufría de insuficiencia renal y que según los análisis que le habían realizado, también padecía de osteoporosis en su columna. Mi mamá tomó la difícil decisión de hacerlo descansar porque a pesar del tratamiento no mejoró.

Lo más difícil de su partida fue que nunca me pude despedir de él, no pude cogerle las patitas, ni mirarlo, ni decirle que todo iba a esta bien. No pude acompañarle hasta que esos ojos de color caramelo se cerraran y se quedara profundamente dormido.

Dos meses después cuando regresé, el vacío que se sentía en ese entonces era tan notorio, a pesar del tiempo, y aún hoy, las lágrimas no dejaban de caer. Alenka, la mamá de él, trataba de completar ese espacio y de disipar los pensamientos y recuerdos que me ahogan en lágrimas.

No fue mucho el tiempo para que Alenka también me dejara. Fue en una madrugada de junio cuando me dediqué a hacer un trabajo de la universidad. Ella no dejó de jadear durante toda la noche, de tal forma que para la mañana que la llevamos a la clínica su lengua estaba morada, porque la sangre no llegaba.

Alenka murió de un paro al corazón y yo solo quería que todo fuera mentira. Que la imagen en la que vi cuando su cara se movió y se quedó echada en el piso era producto de un sueño. Quería creer que mis dos perros, los primeros que tuve en mi vida, no me habían dejado, que la vida no me podía quitar solo en cuatro meses a otra de mis mascotas. Un suceso que vino después de otro, cuando no había sanado la herida del primero.

No creo que el amor que sentí por Alenka y Darko pueda volver a experimentarlo con alguna otra mascota. Para ellos no había día en los que me faltara decirles que los amaba. La partida de uno y otro me hace pensar que ese vínculo mamá-hijo sobrepasa la i

A casi dos años de Darko y poco más de uno de Alenka, su presencia aún invade la casa y en mi sueños me reciben con la misma efusividad con la que lo hacían, como si el día del reencuentro se hiciera cada vez más cercano.

lunes, 10 de octubre de 2016

Una lección de televisión



Foto: Internet
Desde que entré a la universidad el último lugar al que pensé iría a parar para hacer prácticas o trabajar fue la televisión. No fue que la rechazaba de plano porque no me gustaba, creo que cada experiencia te brinda bastante por aprender, era más bien un tema en donde se disputaba mi personalidad y mis gustos.

En definitiva, no tengo idea de la cantidad de veces que prácticamente me burlaba o me daba vergüenza de la calidad de profesionales que podía apreciar por los contenidos que veía en pantalla. Mi formación como periodista, y justamente porque iba a terminar y ser conocida como tal, me encaminaba a trabajar en un diario, una revista, ser fotógrafa y algunas raras veces se acentuaba la idea de trabajar en producción con la realización de videoclips, cortos e incluso de tener mi propia productora, meta que aún persigo.


Y como la vida es así de 'cruel' y te quiere enseñar a que dejes de hablar sin saber todo lo que hay detrás, me llevó de la manera más tonta, simple y menos pensada a este mundo de encuadres y desenfoques, en donde solamente ves lo que sale en pantalla.


Fue un domingo cualquiera cuando mi primo comentó que en el trabajo de su vecino estaban buscando una practicante para trabajar en producción de un programa magazine. Con un mensaje por whats app y en menos de 5 minutos, me dijo que debía presentarme al día siguiente en el canal para una entrevista de trabajo.


Así fue que comenzó esta historia en la TV, el lugar menos pensado en que creí estar. Probablemente también debido a que durante los 5 años de mi carrera no dejé de escuchar sobre cierres de edición, editores, correctores, secciones y todo lo relacionado a la prensa escrita.


Ahora pienso que gran parte de la temeridad de ciertos periodistas se debe en gran parte a lo encasillado que vemos nuestro futuro al solo pensar en textos y más textos. Claro que mi sueño aún es ser parte de un diario reconocido, salir a comisiones y chocar con la realidad que me haga sentir una periodista pura en su totalidad.


Sin embargo, el área de producción, que es mi trabajo desde hace más de medio año, me ha dado esa perspectiva que no conocía y que ignorantemente descalifiqué. El hecho de sentir el vivo de un programa con todo y su correteo, la ansiedad que te produce y la desesperación de que salga impecable definitivamente ha cambiado ese chip ridículo con el cual creía que en televisión habían puros incompetentes.


Todos los días me sorprendo con la calidad de profesionales que me rodean, por las ideas que aportan, por su conocimiento y la capacidad de coordinación que tienen. La cantidad de cosas que he podido asimilar durante estos meses es increíble. Sé que mi lugar en el mundo televisivo llegó como una lección y estoy segura que también por las cosas que puedo aportar durante mi estadía.